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domingo, 7 de noviembre de 2010

redaccion de un niño de 10 años, una lección a todos

Un dia en clase, la seño nos dijo que en Haití no va a haber Navidades, eso nos entristeció. A la hora del recreo, no teníamos muchas ganas de jugar, la idea de Haití nos rondaba la cabeza, no podíamos imaginar un sitio sin Navidad.
Esa noche no dormí bien, soñé con un niño de Haití que me miraba, sus piernas eran puro hueso y su mirada triste. Vivian en casas de cartón y sus calles no tienen suelo, tampoco vi ninguna flor, ni árboles, ni parques, ni columpios para jugar y el caso es que tampoco vi juguetes. Lo que vi fue gente triste, como ese niño.
Cuando me desperté, yo no estaba contento tampoco, yo podía ser ese niño, ¡Todos podían ser ese niño! Solo hace falta un terremoto y un poco de mala suerte.
Pensé en ayudar con mi paga pero no era suficiente, pensé en pedir ayuda a mis amigos, pero recordé que su paga tampoco era suficiente. Pero claro, si todos pensamos igual nunca nadie dará nada. Así que puse mi paga, y mis amigos la suya, y los amigos de mis amigos la suya…y así continuamos todos los niños del Puerto, de Cádiz, de Andalucía, de España,…y así continuamos en todo el mundo, hasta 1.200 millones de niños no pobres con pagas que hay en el mundo.
¡Vaya! Como ha crecido mi euro, menos mal que lo puse, a veces solo hace falta empezar, con tanto niño un euro se convirtió en un montón de dinero, tanto que los mayores se sorprendieron de lo que habíamos conseguido unos pocos niños, y es que a veces vale más las ganas que uno ponga que el dinero que tiene.
Con todo ese dinero compramos juguetes, luces de colores, árboles de Navidad, y mucha comida deliciosa para hacer un banquete, polvorones, peladillas, bolas, cintas y más adornos para el árbol de navidad y manteles y servilletas con adornos navideños para sus mesas, letras de villancicos, ropa para ellos y sus familias y ya le añadimos unos tejados para sus casas, cables eléctricos para llevar la luz, tuberías para llevar el agua, asfalto para sus calles y aceras para que no sean atropellados, un cole, un hospital, medicinas y vacunas, camas…
Trás un dia tan ajetreado por fin llegó la noche, ya solo falta que empaquetarlo y mandarlo en avión y soltarlo en paracaídas.
Hoy si me voy a dormir tranquilo.
Al dormir soñé otra vez, he vuelto a ver al niño haitiano, ya no está triste sino que sonríe su cara está más redonda y no se le ven los huesos, tiene ropa como la mía, lleva bocata y zumo y está en el recreo, otros juegan al futbol. El no es bueno en mates pero se le da bien lengua, me mira y sonríe, extiende la mano y me dá un euro.       

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